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domingo, 8 de mayo de 2016

Habitar la elipse V





 

















 Secuencia de fotografías tomadas desde el autobús durante el viaje Guadalajara-Madrid


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Viajar para conocer(nos) por fuera de la estructura
andar mejor que caminar movimiento inútil orbitar dejarse llevar abstracción interiorismo introspección fuera dentro exclusión reclusión                                        el campo no existe movimiento inmóvil recuerdos

joven morena con pelo corto sentada en el asiento del pasillo del bus lee un libro mientras deshace un regaliz rojo en tiras siguiendo el patrón de los nervios a cada hebra hace varios nudos hasta cuatro los muerde lee pasa de página vuelta a empezar

                                                                                                            imaginarse

montando a caballo a través de los campos                                                                                                            galopar


saltando los obstáculos París no nos pertenece la casa de la toscana al final de un camino de cipreses




Sorpresa y decepción de los viajes. Ilusión de haber vencido la distancia, de haber borrado el tiempo. Estar lejos.

Ver aquello que siempre se soñó con ver. Pero, ¿qué hemos soñado con ver?

O mejor, descubrir lo que no se había visto, lo que no se esperaba, lo que no se imaginaba. Pero cómo poner ejemplos: no es lo que se había venido enumerando a lo largo del tiempo dentro del abanico de sorpresas o maravillas de este mundo; no es ni lo grandioso, ni lo impresionante; ni siquiera es lo extranjero forzosamente: al contrario, sería más bien lo familiar.
George Perec, Especies de Espacios.


Viaje,
conciencia de pertenencia a un todo más grande:

reforzada por la participación en los rituales y ceremonias comunes

juegos de rol que envuelven la personalidad en múltiples engaños, culpas y ansiedades
la perspectiva dramática de Erving Goffman para abordar el estudio de la interacción social
el espacio sostiene y da forma a la interacción social
el sentido del espacio es (re)creado por las prácticas cotidianas que lo habitan
La vida cotidiana es un compartir el espacio y el tiempo


espacio,
se define 



porque “mi zona de manipulación se intercepta con la de otros” (Berger y Luckman, 2001, p. 41)

sé que comparto el espacio con otros

Si pudiéramos determinar la alteridad en función del contacto de unos cuerpos con otros
los cuerpos toman conciencia a partir del cuerpo del otro.

la definición de interacción social que Erving Goffman (1997, p. 27) propone:
“la interacción cara a cara, puede ser definida, en términos generales, como la influencia recíproca de un individuo sobre las acciones de otro cuando se encuentran ambos en presencia física inmediata”

En tanto temporalidad, la vida cotidiana nos persigue constantemente

Los no-lugares se caracterizan por el movimiento

El escenario del autobús representa un ejemplo prototípico de no-lugar y del problema de la transitividad.
las personas–usuarios que los transitan no los habitan, y al no habitarlos, no los “simbolizan”. La inhabitabilidad les caracteriza.
Augé reconoce que, refiriéndose a los lugares y los no-lugares, “el primero no queda nunca completamente borrado y el segundo no se cumple nunca totalmente” (2008, p. 84)
construir el espacio, construir la historia del espacio, y por lo tanto, del lugar a partir del contexto en el que se está inmerso: la ciudad, espacio de espacios, lugar de anonimato
convertirse en lugar en el momento en que un acto con significado acontezca para la persona que lo habita

cronotopos de Mijaíl Bajtín


El lugar “se cumple por la palabra” (2008, p. 83). 

El saludo toma el carácter de un ritual de puntuación, como lo definen Marc y Piccard (1992), es decir, un ritual a partir del cual se anuncia la llegada de un nuevo integrante al grupo. La llegada de un nuevo actor 

El sentido de lo sagrado en el peregrino no es privado; es una cuestión de representaciones colectivas objetivadas que se convierten virtualmente en todo su ambiente y le dan motivos poderosos para creer. No solo eso; la jornada del peregrino también se convierte en un paradigma para otros tipos de comportamiento: ético, político, etc.

Esperar subir saludar pagar buscar asiento (ventanilla mejor) “desatención cortés” pedir la parada esperar bajar

Rituales de interacción social cotidiana como el concepto de “desatención cortés” propuesto por Erving Goffman (1997)
Civil inattention is the process whereby strangers who are in close proximity demonstrate that they are aware of one another, without imposing on each other – a recognition of the claims of others to a public space, and of their own personal boundaries.
La desatención cortés/civil inattention es el elemento interactivo a partir del cual la interacción social se estructura

Las peregrinaciones representan un símbolo amplificado del dilema de opción versus obligación, en medio de un orden social donde el estatus prevalece. De manera que cuando se empieza con obligación, la voluntariedad aparece; cuando se comienza con voluntariedad, la obligación tiende a entrar en escena.

El destino histórico de la communitas era, al parecer, pasar de la apertura al cierre, de la communitas “libre” a la solidaridad dada por la estructura atada, de la opción a la obligación, del “riesgo innecesario” de W. H. Auden a la “seguridad interminable”.
La desatención cortés se define como la manera en que los pasajeros tratan de prestarse la menor atención posible entre ellos: es dar(se) espacio para realizar el viaje sin sentirse observado, “es mirar sin ver”.

No se permite mirar a alguien por mucho tiempo, y cuando se hace, se corre el riesgo de que esta acción se tome por agresión, por invasión de espacio, lo cual también transgrede el orden de la interacción, puesto que desvirtúa el guión
La mirada inobservante
Atentar contra la desatención es transgredir la interacción social

La etapa liminal, cuando el sujeto está en separación espacial de lo familiar y lo habitual. La liminalidad representa una negación de muchos de los rasgos de las estructuras sociales preliminales y una afirmación de otro orden de cosas, y acentúa las relaciones genéricas más que las meramente particulares.

La movilidad física de grupos importantes de gente implica cierta cantidad de movilidad social y cultural, y una evolución correspondiente de las instituciones.

Ver el peregrinaje como esa forma de anti-estructura (o tal vez metaestructura) institucionalizada o simbólica

lo individual —forzado a salir de lo previamente corporativo, en especial de las matrices basadas en el parentesco— se obsesiona con el problema de la salvación personal. La necesidad de escoger entre líneas de acción alternativas en un campo social cada vez más complejo, más el creciente peso, a medida que madura, de responsabilidad por sus propias decisiones y sus resultados, prueban ser demasiado para que el individuo perdure por sí mismo, al tiempo que busca alguna fuente trascendental de apoyo y de legitimidad que lo libere de las ansiedades por su seguridad inmediata y destino final en tanto entidad cohibida. (Max Weber)

Hay ciertos momentos en los que está permitido observar a los pasajeros sin que esto nos convierta en transgresores: el momento en que subimos al bus y el momento en que bajamos. Cuando subimos necesitamos revisar si hay algún lugar desocupado donde sentarnos. Aquí se abre el permiso para observar de paso quién está en el bus; así, por ejemplo, es común que en este momento viejos conocidos o amigos se reconozcan y saluden y entablen, probablemente, una charla.

Small talk: rellena los aparentes vacíos en la interacción. Recurso reparador o parte de la estrategia para mantener el orden de la interacción. 

Es también, como puede verse, el momento oportuno de que los pasajeros que ya están a bordo vean quién sube 

La interacción social, ese intercambio de expresividades, de símbolos, de miradas, de significados compartidos, de gesticulaciones sobreentendidas, de signos, ocurre siempre en un marco determinado.
Habrá otros cuya presencia estructurará mi comportamiento de tal manera que, más que comportamiento, será actuación:

el comportamiento relajado de los más expertos usuarios; la actuación perfecta del pasajero ideal 

La ruta misma se vuelve una jornada sagrada, a veces mítica, hasta que casi cada monumento y, finalmente, cada paso es un símbolo condensado y multivocal capaz de despertar afecto y deseo abundantes.

construcción
del espacio sagrado


La oportunidad de mirar al exterior del bus, a través de alguna ventanilla


La mirada distraída/descentrada



Los reducidos espacios del bus a veces no permiten que los pasajeros se ignoren amablemente entre sí. Entonces desvían su atención escuchando música, cerrando los ojos, mirando la pantalla del móvil o hacia un resquicio de ventanilla entre las cabezas de los pasajeros. 

En cada uno de los escenarios en los que desarrollamos nuestras actividades cotidianas, ponemos en marcha una serie de acciones dramáticas y escenificaciones que favorecen que nuestro comportamiento con y ante los demás, y con nosotros mismos, sea coherente con la representación que dramatizamos ante los otros


La persona, en cada escenario, en cada actuación, en cada interacción presenta lo único que es: ella misma.


"¿Y quién más era yo?". Peter Handke, Ensayo sobre el Lugar Silencioso.

La expresión «el lugar silencioso» se emplea en alemán
para designar, en un registro a la vez eufemístico e iróni-
co, el retrete.  (N. del T.)


Un estar infantil, creador, originario, primitivo, animal, un buscar nuevos sentidos identificándose con los otros, con ese ser los otros del niño

(“yo era todos” dice Handke sobre su infancia)


Poema a la duración:

"Hace tiempo que quiero escribir sobre la duración, pero no un ensayo, ni una escena, ni una historia: la duración insta a escribir un poema. Quiero preguntarme con un poema, recordar con un poema, afirmar y conservar con un poema lo que es la duración.”

Y al fin:

feliz aquel que tiene sus lugares de duración;

ya no será, aunque se haya trasladado para siempre a un país extraño,

sin perspectivas de volver a su mundo,

nadie a quien han expulsado de su patria.


Recordamos la afirmación nietzscheana “Sólo tienen valor los pensamientos caminados” 

Sólo caminando por lo extraño

en el laberinto de la identidad y la memoria donde se teje nuestro ser-ahí (dasein).

 “penetración poética de la realidad”

Separa el tiempo para habitar eternamente un espacio, una imagen. En eso consiste la primitividad esencial de la poesía

Insta al viajero a cerrar los ojos hasta convertirse en un pensador de imágenes

 Imágenes de los instantes propios de la duración (Dauer/durée) del tiempo profundo


Poetizar como Habitar


 “entrar dentro de la estrechura y salir de allí con la amplitud”

“curarse por medio del asombro”

Lo numinoso se singulariza como una cosa ganz andere, como algo radical y totalmente diferente: no se parece a nada humano ni cósmico; ante ello, el hombre experimenta el sentimiento de su nulidad, de «no ser más que una criatura», de no ser, para expresarse en las palabras de Abraham al dirigirse al Señor, más que «ceniza y polvo» (Génesis, XVIII, 27).

El pensar poético es un “comprender a los otros” con imágenes, con reflejos, comprendiendo que “mi yo es siempre el tú” y que el país que busca el poeta, el país del que siempre vuelve entusiasmado (“los poetas vuelven siempre entusiasmados de un país extraño”) es la extrañeza de lo otro que ha hecho suya y ha descubierto en el “tú esencial”

“sé otro”

“En el momento en el que yo medito sobre mí mismo, el que anda, medito sobre la condición del estar-ahí

Handke cuando en medio de La Mancha anota: “con el momento en el que mi vida se me aparece como una vida extraña, con este momento adquiere ella su derecho”

el poeta esperando “pensar de nuevo una palabra vieja”
decir cosas nuevas con palabras viejas, utilizar “la fantasía como un rompehielos”

las palabras

allí donde no hay nada

 “Somos lo que no somos” dice Pessoa y  “lo que no ha tenido lugar, todo lo que no ha ocurrido; esto son las experiencias que yo he vivido” dice Handke.

Incluso la existencia más desacralizada sigue conservando
vestigios de una valoración religiosa del Mundo.

Subsisten lugares privilegiados, cualitativamente diferentes de los otros: el paisaje natal, el paraje de los primeros amores, una calle o un rincón de la primera ciudad extranjera visitada en la juventud. Todos estos lugares conservan, incluso para el hombre más declaradamente no-religioso, una cualidad excepcional, «única»: son los «lugares santos» de su Universo privado, tal como si este ser no-religioso hubiera tenido la revelación de otra realidad distinta de la que participa en su existencia cotidiana.

Ese descubrir las nuevas ciudades es la labor del poeta, un des-cubrir que es sobre todo un acto religioso, de acercamiento a lo sagrado, pues es un re-nombrar, un crear, un con-figurar lo próximo a través de lo lejano, lo mundano a través de lo divino, lo vivido a través de la imagen: “pero nosotros insistiremos en esto: en lo poético como la vereda que lleva a lo divino” / “mirando la lejanía volví en mí” /

comportamiento «cripto-religioso» del
hombre profano



Piensa con imágenes

 la casa del poeta está hecha de imágenes



El poeta olvida la rigidez de los conceptos para salvarse y vivir en el umbral

(“sigo sin saber qué es un pensamiento, pero la imagen la conozco: en la imagen estoy

en casa”)


Territorio habitado y espacio desconocido e indeterminado que circunda: el primero es el «Mundo» (con mayor precisión: «nuestro mundo»), el Cosmos; el resto ya no es un Cosmos, sino una especie de «otro mundo», un espacio extraño, caótico, poblado de larvas, de demonios, de «extranjeros» (asimilados, por lo demás, a demonios o a los fantasmas).
“huir de los otros”, pero a la vez estar “en el centro del mundo”
la rigidez del concepto, el pensar estático

Para el hombre religioso el espacio no es homogéneo; presenta roturas, escisiones: hay porciones de espacio cualitativamente diferentes de las otras: «No te acerques aquí —dice el Señor a Moisés—, quítate el calzado de tus pies; pues el lugar donde te encuentras es una tierra santa» (Éxodo, III, 5). Hay, pues, un espacio sagrado y, por consiguiente, «fuerte», significativo, y hay otros espacios no consagrados y, por consiguiente, sin estructura ni consistencia; en una palabra: amorfos. (Eliade, Mircea. Lo sagrado y lo profano)

Una religión de “espacios intermedios”, cosas nimias que salen al paso, casi siempre caminando a pie en barrios periféricos o no-lugares

"Las grandes ciudades ya no tienen ni vientre ni regazo"
(Peter Handke)

Nada puede comenzar, hacerse, sin una orientación previa, y toda orientación implica la adquisición de un punto fijo. Por esta razón el hombre (religioso) se ha esforzado por establecerse en el «Centro del Mundo». 


Para vivir en el Mundo hay que fundarlo

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